Mientras la pieza ya formada lleva a cabo la última subida, hay que precalentar el horno a la temperatura adecuada.
El horno tiene que estar a la temperatura correcta en el momento de introducir la masa.
Siempre tiene que estar caliente, entre 220 y 230°C (Gas 7-8), aunque siempre hay que seguir lo que dice la receta, pues
algunas piezas de pan dulce o con mucha mantequilla precisan una temperatura de cocción inferior.
Muchas recetas sugieren que se reduzca la temperatura después de introducir la masa en el mismo o al poco tiempo de cocción.
Ello significa que la masa recibe un aporte intenso de calor al principio y que luego se cuece de un modo más gradual.
Así se mimetiza la acción de los primitivos hornos de pan, que se enfriaban paulatinamente cuando se retiraban las ascuas
del mismo.
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